Querido
Antonio:
Un ángel inalámbrico me susurra que el próximo 13 de Junio es un día muy
especial en tu vida.
Hace 65 años, dada la obstinada tozudez con la que berrea el
neonato, unos buenos padres de Clarés del Ribota deciden llamarle Antonio, santo
originario de Portugal, pero que le llaman de Padova. santo recio de carácter,
pero que lo presentan ironías de la vida- como melifluo casamentero, casi
bobalicón. Aquellos buenos hombres de Clarés ni siquiera sospechaban que, con el
correr de los años, su guapo Antonio iba casi a emular al de Pádova: a los
obispos que le escuchan sus sermones éste no tiene empacho en llamarles Œcara de
rameras¹, el muchacho del Ribota se enfrenta nada menos que al feudal moro de
Las Alpujarras, afincado junto al Queiles, y a quien sus buenas gentes llamaban
el Œtrajinero de Tarazona¹. El joven ha salido listo, no quedan ya matrículas en
Tarazona y sale a estudiar nada menos que a Salamanca. Pero esta ciudad le
resulta demasiado provinciana: la Patrología de Vaquero la explicaban mejor en
Tarazona, tampoco le entusiasman los argumentos del ŒNos, contra omnes theologos
afirmamus¹ de Eugenio González de las Gonzalerías, alias Œdivino Pequer¹, o Œla
Instrucción de la Causa¹ del divertido Juan SánchezŠ y decide embarcarse
para las Américas. Y aquí acaba mi historia, retoños del de Ribota. Allí,
el ya licenciado Antonio se siente triste. Y aparece su Eva, Encarna, el amor de
su vida, vuestra futura madre
:
'......
¡Qué buena compañía! Eva era blanca, rosa,
sonreía a las nubes, andaba cadenciosa.
Callaba sabiamente. Más que bonita, hermosa,
se dejaba querer con distancia de diosa'.
(Lorenzo Gomis, Libro de Adán y Eva).
El cronista ya no es testigo de los hechos, pero tal vez
aquellos enamorados pudieron cruzarse palabras tan bellas como las del dúo de
Adán y Eva del Oratorio ŒLa Creación¹ de Haydn, cuyo final dice
así:
<<Pero sin ti, ¡qué sería para mí
el rocío matutino,
la brisa de la tarde,
el jugo de frutas,
la fragancia de las flores!
Contigo el gozo se acrecienta,
el gozo es siempre nuevo,
la
vida es felicidad>>.
No quiero entreteneros más. Que paséis un buen día,
esposos e hijos. Saúl, Julita y Ángel, esperamos poder celebrarlo algún día con
todos vosotros. ¡Que seáis tan felices como hasta ahora y que la jubilación sea
de auténtico júbilo durante muchos añosŠ Y cuando lleguemos a la vejez sepamos
cantarlo como este poema del ya citado Lorenzo Gomis:
<<A medida que se hacía viejo, Adán tenía más ganas de
bailar con Eva>>:
'Fuera del paraíso ando buscando casa.
Me diste una mujer y mira lo que pasa.
Otra no me darás, ni otra me dirá: <<Pasa,
quédate
aquí conmigo. Tiene la vida tasa>>.
¿Qué voy a hacer sin Eva? ¿Con quién voy
a bailar?
Mientras la muerte llega con alguien hay que hablar.
<<Ven, gordita, conmigo, no te voy a reprochar
que me quisieras dios. Bebamos y a olvidar.
<<Ven, madre, ven aquí, no tengo otra mujer,
otro hombre no tienes. La historia es un deber.
Casi juntos nacimos. Un poco de placer
quizá podamos darnos en la noche del ser.
<<Esa piel que se seca, esta arruga que avisa,
son señales seguras. Vamos a darnos prisa.
Hoy la culpa nos une. Entiende bien mi risa.
Bailemos en el mundo; vamos, avanza,
pisa...>>.
Adán fuma su pipa; hila Eva su rueca'
los chicos se pelean y Caín hasta peca.
Irán los descendientes de la Ceca a la Meca.
Es la vida mujer; está la tierra seca.
No hubiera sido serio rehacer esta vida.
No hay edenes de sobra para todo el que pida.
Una vida les dieron, para los dos, partida.
Sólo entre dos se entiende una unidad perdida.
Cómo envejece Adán, cómo envejece Eva.
Ya no tienen edad para hacer vida nueva:
la verdad es la verdad, ser viejo no se lleva,
y menos mal, si llueve, saber que hay una cueva.
Envejecieron juntos los abuelos caídos.
Temían a los lobos, temblaban desvalidos.
A veces junto al fuego levantaban ruidos
los chicos y bailaban los viejos
confundidos'.